jueves, 14 de marzo de 2013

Hormiguita


Solías entender lo que escribía sin hacer falta explicaciones, tan solo con una frase captabas todo mi mundo fiel a la verdad. Escribíamos frase a frase sacándonos de este mundo por horas que se convertían en sueños alcanzables, sueños hechos realidad, y nos transportábamos a un mundo fantástico e infantil donde todo se podía y nada era imposible.
Vivíamos mil historias diferentes cada vez más elaboradas e increíbles, con un pie en la tierra y otro en la luna, eso sencillamente me gustaba.
Durante años nuestras historias saturaban la ida y venida de información, yo adornaba todo tu mundo, haciéndolo grandioso e invencible y tu me hacías soñar con principes azules que luchaban por el amor contra ángeles vestidos de demonios, ambos vivíamos en una historia creada solo para nosotros, donde cada uno, se iba a dormir con una de las mayores sonrisas; soñando cosas que nadie llega a imaginar, una historia paralela a nuestras vidas, que día a día, nos llenaba de fuerza y felicidad, de saber que podríamos con todo.

Hoy sigo sabiendo que puedo con todo, sigo escribiendo, sigo soñando, tu, dejaste de querer entender mis historias.
Ahora tienes un carácter añejo, que no te deja llegar a nuestro paralelismo, pensabas en otras cosas y te importaba más indagar en temas banales, de príncipe a diablo. A veces echo de menos el que fuiste pero jamás al que hoy eres.
Y en mi mundo ya no hay príncipes, vampiros ni dragones, desde hace mucho, pero siguen estando mis historias, llenas de sueños cumplidos y sueños por haber, donde yo fabrico mi reino lejos de niños de rostros arrugados y caprichosos, que si no consiguen lo que quieren se caen en un pozo y jamás vuelven.

Y a esa hormiguita gigante, le salieron alas porque anhelaba ver el cielo desde más cerca, se alejó de sus compañeras viendo como paradójicamente se hacían más pequeñas, y enseñando todos sus dientes, desapareció, sabiendo que lograría todo lo que pudiera imaginar e imaginar siempre fue su oficio.